INSIGNIFICANCIA UNIVERSAL


Si te lo digo es así y no me interesa tu opinión sentimental. Tu mirada compasiva y ese innecesario espíritu combativo no sirven conmigo o con vos, porque todos somos uno aunque seamos tan distintos. Una unidad con engranajes diferentes que se encargan de funcionar en perfecta sincronía, pero aunque sea de esta manera no me siento parte de ellos. Ellos se dedican a servirme a mí y no, no me acuses de soberbia porque bien sabés que tengo razón. Tus ojos buscando redención no me conmueven, porque lo que digo es lo que realmente te sirve cuando tus impulsos te poseen y tu cuerpo se bambolea sin control ni dirección.


No me creas, mirá para otro lado si querés o si quiero. Sí, si quiero. Soy así con todos y todos tienen la misma actitud estúpida y renuente. Ridícula, mirame cuando te hablo. ¿Quién pensas que nombró todo lo que conocés?, ¿quién te pensas que logró todo lo que hoy está a tu alcance? Salí, cuando te des cuenta me vas a necesitar. Aunque no lo creas yo decidí ser quien soy, elegí mi nombre, surgí y descubrí todo aquello de lo que soy capaz. Es más, vivo sin mostrarte nada más que una parte de eso y actualmente decido quién sos y vos… vos vas tan campante creyendo que el mundo es tuyo. Me haces reír, vos sos gracias a mí y bueno, también a los otros, no les va a gustar que les quite el mérito de mantener en el tiempo tu absurda existencia. A veces temo que no puedas asimilar tanta información junta y que me hagas colapsar junto a esos otros que te mantienen con vida. Ya te imagino en el suelo, inerte, haciéndole justicia a tu insignificancia universal.


Y me río cuando decís que ‘’no podés’’, que ‘’no tenés talento’’, que no ‘’sos buena’’ porque sí, a todo sí. Creo que mucho de eso te lo hacen creer tus adoradas emociones, esa pequeña parte de mí a la que decidís mostrarle más interés. A través mío hay un universo de cosas inexplicables por realizar, pero no puedo mostrártelo. Nunca escuchás y cuando creo que puedo enseñarte ahí estas vos, corriendo detrás de tu impulso cual caballo desbocado. Increíble. Después vas y llenas esos ridículos papeles de ‘’hay que pensar antes de hablar’’, ‘’de escuchar procede la sabiduría’’, puro blablablá. Lo peor es que me lo quieras hacer creer, pero la cruda realidad es que ya no lo hago. ¿Desde cuándo hablás de escuchar si nunca lo haces? No tenés derecho, sos una hipócrita, me gustaría que empieces a predicar con el ejemplo.


Bueno, eso es todo lo que te quiero decir y no es que no me anime sino que, como siempre, no lo vas a entender. Seguí haciendo el ridículo porque se ve que así sos más feliz (por un rato). Acá me quedo en la falsa posición intelectual que creaste de mí, con mis lentes, un libro de Foucault, el té de las cinco y tu incapacidad y frustración sobre la mesa. Espero que alguna vez me escuches y me saques el polvo, que ya parezco un auto cero kilómetro estacionado hace años en el garaje de un discapacitado.

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