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Mostrando entradas de mayo, 2015

LAPSO

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Doy vueltas en todo momento, ni un descanso, nada. El alborotado cabello me cae sobre la frente, paso la mano rápidamente sobre los asimétricos mechones y luego por mis ojos que tienen las ojeras más grandes que podés imaginar. Nunca paro, nunca. La barba de días es habitual, al igual que la ropa desarreglada y la taza de café en mano. Si hablamos de la delgadez puedo decir que tampoco me alimento seguido, ¿puedo ir más lento? Sí, pero eso está en vos, todo es relativo la verdad. Qué frase de mierda. Por ahí me río de lo que digo aunque es probable que ya sea por cansancio. Quiero acostarme a tu lado pero veo que salís corriendo… llegas tarde al trabajo. Saco un ibuprofeno del bolsillo con parsimonia aunque lo tomo a las corridas. Me causa gracia la contraposición de estas acciones. Te iba a seguir aunque me parece (no, estoy seguro) de que ya perdiste el tren. Es ridículo que corras pero por lo menos lo intentas. Tiene sentido. Salgo corriendo hacia la estación, subo los cu

VORÁGINE

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Vorágine nombre femenino 1 . Remolino de gran fuerza e intensidad que se forma en el mar u otra extensión de agua por la acción del viento o las corrientes. 2 . Mezcla de sentimientos muy intensos que se manifiestan de forma desenfrenada. Abrí los ojos con dificultad ante el manto blanquecino que cubría el cielo, el movimiento allí arriba era casi imperceptible. Qué mentira. Uno imaginaba que podía tirarse en ese paraíso de nubes esponjosas y rebotaría cual resorte sobre esos trozos inmensos de algodón y no, solo eran partículas finas de agua suspendidas en la atmósfera que te dejarían caer sin dificultad. Al parecer, el mundo no está pensando para ser como lo vemos, el cerebro siempre lo interpretará a su manera. Bastante resignada comencé a mover los brazos por el césped sobre el que me encontraba, para así sentir el inexplicable placer de ese pequeño hormigueo en las yemas de los dedos. El estar en contacto con la tierra y percibirla con cada uno de los sentidos

LOCURA ABISMAL

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Observé el suelo con indignación. La tierra comenzaba a ensuciar los zapatos que me costó tanto limpiar. El estar tan cerca del abismo y con los pies apoyados sobre el frágil saliente hizo que notara cómo caían las pequeñas rocas en ese precipicio. No tenía fondo (o eso parecía) y la inmensidad se veía negra, tan oscura como las alas de un cuervo. Parecía infinito, por lo que no quise imaginar cómo sería una caída a tan larga distancia. Pensé en una muerte aérea: tantos serían los minutos en el aire antes de llegar al suelo que no sentirías el duro impacto y los huesos quebrándose, haciendo bailar al cuerpo en una danza rota e inarticulada. Te vi del otro lado, el trecho que nos separaba me hizo extrañarte. Tu esencia, tu aroma, el inmaculado tacto de las yemas de tus dedos sobre mi espalda. Me estremecí, cerré los ojos y suspiré casi resignada, parecía imposible de cruzar. Los cien metros de longitud y el vacío incalculable, hicieron que recuerde que lo único que necesita