LAPSO
Doy vueltas en todo momento, ni un descanso, nada. El alborotado cabello me cae sobre la frente, paso la mano rápidamente sobre los asimétricos mechones y luego por mis ojos que tienen las ojeras más grandes que podés imaginar. Nunca paro, nunca. La barba de días es habitual, al igual que la ropa desarreglada y la taza de café en mano. Si hablamos de la delgadez puedo decir que tampoco me alimento seguido, ¿puedo ir más lento? Sí, pero eso está en vos, todo es relativo la verdad. Qué frase de mierda. Por ahí me río de lo que digo aunque es probable que ya sea por cansancio. Quiero acostarme a tu lado pero veo que salís corriendo… llegas tarde al trabajo. Saco un ibuprofeno del bolsillo con parsimonia aunque lo tomo a las corridas. Me causa gracia la contraposición de estas acciones. Te iba a seguir aunque me parece (no, estoy seguro) de que ya perdiste el tren. Es ridículo que corras pero por lo menos lo intentas. Tiene sentido. Salgo corriendo hacia la estación, subo los cu